viernes, 8 de julio de 2022

La escuela del siglo XXI exige que la formación de un docente vaya más allá de lo meramente académico

 



La escuela del siglo XXI no debería tener como pilar fundamental la excelencia, sino el desarrollo global de su alumnado. La sociedad actual es cambiante y no solo demanda conocimiento, sino también poseer destrezas y competencias más allá del saber. La necesidad de adaptarse es rápida y constante. Hay que prepararse para conseguir habilidades como la anticipación, la flexibilidad, el pensamiento crítico o el trabajo en equipo, tan fundamentales en el mercado laboral de hoy en día.


En este sentido, una de las capacidades más importantes a conseguir en un aula ya la definieron perfectamente los profesores Eladio Manuel García Pérez y Ángela Magaz Lago, en 1998: la adaptación humana. Esto, en sus propias palabras, “consiste en un doble proceso: ajuste de la conducta del individuo a sus propios deseos, gustos, preferencias y necesidades y ajuste de tal conducta a las circunstancias del entorno en que vive”.