La motivación es la gran ausente tanto en alumnos como en profesores, según consideran docentes como Luz Beloso, que imparte Artes Plásticas en el IES As Barxas de Moaña (Pontevedra). A ella le tocó hace unos años una clase de cinco alumnos que ni siquiera se hablaban entre ellos. “Lo voy a tener complicado”, dice que pensó. Así que, inspirada por el Club de los cinco, película en la que un grupo de chicos dispares acaba haciéndose amigo, arrancó un proyecto de equipo. Les propuso hacer una filmación que acabó siendo un largometraje de 50 minutos en el que “trabajando codo con codo” involucraron incluso a otros alumnos y profesores.
Desde entonces Beloso, nominada a Mejor Docente de España, premio de la plataforma Educa, cosecha una ristra de galardones por diferentes proyectos audiovisuales que, explica, ha llevado a cabo gracias al apoyo de su centro y a la voluntad del alumnado. A través del cine tratan temas de gran impacto social, como los trastornos alimenticios, la violencia de género o el síndrome de Asperger. Además de trabajar procesos cinematográficos y plásticos, buscan el asesoramiento de expertos. Este trabajo ha eclosionado en la productora Caranguexo Films, dentro del programa didáctico que han llamado Superhéroes y superheroínas, premio a la Educación Innovativa de Simo en 2016. “Los chicos trabajan muchísimo porque es un proyecto de ellos, les ilusiona, son los protagonistas de su aprendizaje, que se convierte en algo memorable”, enfatiza. Remarca que de esta manera es "imposible" olvidar una lección.
Chema Lázaro, premio Nacional de Educación en 2013, sabe mucho de
emocionar para aprender. Cuenta que un día un alumno de primaria le dijo: “Tú me caes muy bien, pero tus clases son una mierda”. Eso le hizo replantearse qué estaba haciendo como docente y comenzó un camino que le llevó hasta la neurociencia. Lázaro descubrió que no hay aprendizaje sin emoción y que por lo tanto la clave es la estimulación del alumnado. Ha desarrollado un método basado en la motivación, la conceptualización a través de actividades sensoriales (como el baile, el audiovisual, etc.) y la gestión de la función ejecutiva.
Este profesor dejó la escuela para compartir sus conocimientos como docente de neurodidáctica en la Universidad Rey Juan Carlos. Ahora trabaja en el desarrollo de esta última función, la ejecutiva, pues ha percibido que cuando falta la motivación extrínseca, los chicos se desmoronan rápido. "Es importante desarrollar su perseverancia, donde radica la clave del éxito”, incide. Uno de los ejercicios que refuerza esta área es tan sencillo como preguntarles a los alumnos al final de la lección qué han aprendido, para qué les ha servido, en qué otro campo lo podrían emplear y cómo se han sentido.
Desde entonces Beloso, nominada a Mejor Docente de España, premio de la plataforma Educa, cosecha
una ristra de galardones por diferentes proyectos audiovisuales que, explica, ha llevado a cabo gracias al apoyo de su centro y a la voluntad del alumnado. A través del cine tratan temas de gran impacto social, como los trastornos alimenticios, la violencia de género o el síndrome de Asperger. Además de trabajar procesos cinematográficos y plásticos, buscan el asesoramiento de expertos. Este trabajo ha eclosionado en la productora Caranguexo Films, dentro del
programa didáctico que han llamado Superhéroes y superheroínas, premio a la Educación Innovativa de Simo en 2016. “Los chicos trabajan muchísimo porque es un proyecto de ellos, les ilusiona, son los protagonistas de su aprendizaje, que se convierte en algo memorable”, enfatiza. Remarca que de esta manera es "imposible" olvidar una lección.
Chema Lázaro, premio Nacional de Educación en 2013, sabe mucho de
emocionar para aprender. Cuenta que un día un alumno de primaria le dijo: “Tú me caes muy bien, pero tus clases son una mierda”. Eso le hizo replantearse qué estaba haciendo como docente y comenzó un camino que le llevó hasta la neurociencia. Lázaro descubrió que no hay aprendizaje sin emoción y que por lo tanto la clave es la estimulación del alumnado. Ha desarrollado un método basado en la motivación, la conceptualización a través de actividades sensoriales (como el baile, el audiovisual, etc.) y la gestión de la función ejecutiva.
Este profesor dejó la escuela para compartir sus conocimientos como docente de neurodidáctica en la Universidad Rey Juan Carlos. Ahora trabaja en el desarrollo de esta última función, la ejecutiva, pues ha percibido que cuando falta la motivación extrínseca, los chicos se desmoronan rápido. "Es importante desarrollar su perseverancia, donde radica la clave del éxito”, incide. Uno de los ejercicios que refuerza esta área es tan sencillo como preguntarles a los alumnos al final de la lección qué han aprendido, para qué les ha servido, en qué otro campo lo podrían emplear y cómo se han sentido.
Podría parecer que el aspecto académico queda descuidado con este tipo de iniciativas que también atienden lo emocional y motivacional, pero en ningún caso. El profesor Tristán González, del colegio Los Olivos de Las Rozas (Madrid) lo certifica con las notas de sus alumnos: de 6 sobresalientes pasó a 15 en solo un trimestre tras gamificar sus clases. González asegura que crear fórmulas donde el aprendizaje se convierte en un juego "es infalible con los niños de Primaria". El profesor empezó implementando un proyecto de Educación Física basado en la película Star Wars en el que los niños trabajaban por objetivos. Al año siguiente, en Matemáticas, organizó una escalada al Everest en la que iban adquiriendo conocimientos según seguían el ascenso de Alex Txikon, al que incluso le enviaban vídeos de apoyo. González recuerda que “era una locura, porque querían hasta quedarse en el recreo a hacer Matemáticas y pedían deberes".
Este año ha elegido la temática de los superhéroes para organizar clases de Educación Física en las que se tienen en cuenta hasta los hábitos alimentarios. El plan consiste en ir superando unos retos, que incluyen una merienda saludable para el recreo. Según se van cumpliendo, obtienen una recompensa que les permite ganar un superhéroe (una ficha coloreable). “Lo bueno de esto es que incluso aquellos niños que tienen menos aptitudes para el deporte y que no querían venir a clase han dado el 120%”, exclama. El último día del trimestre lo celebraron todos vestidos de superhéroes.